El voluntariado es una experiencia de aprendizaje constante y permite tener un impacto positivo y directo en la vida de personas que lo necesitan, mientras te conecta con una comunidad comprometida y diversa.
Soy Marisa García y ejerzo de voluntaria y coordinadora de voluntariado en la FSG La Línea desde 2021, año en que empecé mis prácticas de formación dual (Promoción de Igualdad de Género) en la fundación. Como, además, soy maestra, mi labor como voluntaria consistía entonces en ayudar en el aula Promociona a los niños y niñas a progresar en sus estudios, tarea que siempre me ha encantado y he ejercido desde bastante tiempo atrás de forma particular. Me acogieron de manera entusiasta y he intentado corresponder con la misma gratitud.
Desde entonces, he de reconocer que algo ha cambiado en mí, en mi forma de ver el mundo. Involucrarse en una actividad de voluntariado fortalece el sentido de compromiso cívico y la conciencia de responsabilidad individual hacia la sociedad. En el caso de la comunidad gitana, el voluntariado sensibiliza acerca de las desigualdades estructurales y la exclusión social, lo que inspira un compromiso continuo con otras causas sociales a lo largo de la vida. La labor voluntaria en asociaciones que buscan mejorar las condiciones de comunidades vulnerables, como la gitana, es un acto de justicia social.
Esta comunidad ha sido históricamente excluida y en muchos casos sigue enfrentando obstáculos en el acceso a derechos básicos como la educación, la salud o el empleo. Al participar activamente a través del desarrollo de la comunicación intercultural, ayudo a eliminar barreras y a fomentar la integración, lo que es esencial para una sociedad más cohesionada y equitativa. Al trabajar en un entorno diverso y con personas con realidades distintas, me enriquezco tanto cultural como emocionalmente, aprendiendo de la historia, las tradiciones y los valores de la comunidad gitana. He fomentado mi acción de solidaridad, que implica tiempo y esfuerzo para mejorar la vida de otras personas y he cultivado la empatía, al conocer sus historias, realidades y desafíos.
Por todo ello, lo que yo le diría a una persona que se está planteando participar en un voluntariado sería algo así: “Te felicito. El hecho de que ya estés pensando en ello es un gran paso. El voluntariado es una experiencia de aprendizaje constante y permite tener un impacto positivo y directo en la vida de personas que lo necesitan, mientras te conecta con una comunidad comprometida y diversa. Podrás ver el mundo desde una perspectiva más amplia, aun saliendo de tu zona de confort, pero ese desafío es justamente lo que la hace una experiencia transformadora. Pequeños gestos pueden generar grandes cambios”.
En su obra “Los Miserables”, Victor Hugo nos instigaba de esta manera: “Intentar, desafiar, persistir, perseverar, ser fiel a sí mismo/a, pelear a brazo partido con el destino, dejar asombrada a la catástrofe cuando ve qué poco miedo nos da, resistir, plantar cara: ese es el ejemplo que necesitan los pueblos y la luz que los electriza”.